Los podólogos alertan de que la Ictioterapia puede transmitir Sida, hepatitis, hongos y verrugas.
Es un tratamiento cosmético, está de moda y a simple vista resulta hasta gracioso. Pero no baje la guardia. La Ictioterapia puede acarrear efectos perniciosos para la salud y contagiar enfermedades como el Sida o la hepatitis B y C, además de infecciones de la piel que se manifiestan en verrugas y hongos.
El Colegio de Podólogos de Andalucía con su presidente a la cabeza, Jorge Barnés, advierte a la población de las consecuencias de esa técnica de exfoliación y esta misma semana va a dirigirse a la Consejería de Salud para que tome medidas ya que la mayoría de los países de nuestro entorno o la han prohibido o la tienen en cuarentena.
Consiste en sumergir los pies en una bañerita con agua caliente a una temperatura de entre 30 y 40 grados en donde hay unos pececitos llamados Garra Rufa o Chin-Chin que succionan las células muertas de los pies.
«El riesgo está en que el agua no se cambia sino que se filtra y que la temperatura es la ideal para transmitir las infecciones. Además, no se diagnostica si las personas que acuden a los centros tienen esos problemas por lo que el peligro no se hace esperar», dice Barnés. A ello agrega que los pececitos, con sus microdientes pueden morder una verruga, ingerir la sangre y convertirse así en reservorio de Sida y hepatitis.
Los podólogos han sido alertados por los propios pacientes que llegan a sus consultas y basan también su preocupación en estudios realizados por organismos internacionales como el de la Agencia de Protección de la Salud de Reino Unido.
Cada vez hay más países que prohíben la práctica de la Ictioterapia. Además de Canadá, más de 18 estados americanos han restringidos por ley este procedimiento, mientras que en Alemania se han establecido extensos requerimientos para ofrecer este servicio como pruebas de sangre.