(Artículo Publicado en «Diari de Terrassa»)
Es importante conocer cuáles son las afecciones que conlleva la diabetes a nivel sistémico para entender de qué manera puede perjudicar a las partes más distales, como son los pies.
Por un lado, sabemos que los nervios responsables de la sensibilidad nos resultan una defensa. Cuando notamos dolor apartamos el miembro, de esta manera el daño causado será menor. Si partimos de una disminución de esta sensibilidad, podríamos no sentir este dolor, y por tanto, no «apartar» el miembro. En cuanto a los pies, podríamos tener una arruga en el calcetín, una piedrecita o un pliegue en el zapato, y no notarlo, por tanto, no pondríamos remedio, pudiendo pasar todo un día sufriendo esta agresión sin darnos cuenta. De esta manera lo que hubiera podido ser una simple molestia, al cabo de la jornada se nos puede presentar como una herida.
Ahora que ya tenemos la herida, es el turno de la sangre, responsable entre otros de curar y regenerar los tejidos dañados. Pero, como ya hemos dicho, nos encontramos con una circulación afectada. Por tanto, esta herida no seguirá un curso normal de curación, sino que será más lenta, dando tiempo para que se produzca una infección, que a su vez, tampoco seguirá su curso normal debido una vez más a la falta de aporte sanguíneo. De esta manera nos podemos encontrar con una herida infectada y que puede empezar a necrosarse. Si seguimos sin poner solución puede acabar con la conocida gangrena.
Una vez explicado lo peor que puede pasar, es muy importante que la persona diabética sepa cómo poner remedio, y es tan sencillo como practicar una buena prevención:
- Lo principal será llevar un control exhaustivo de su enfermedad por parte del Endocrinólogo. Seguir siempre sus instrucciones.
- Mirarse los pies a diario en toda su extensión y especialmente los espacios interdigitales. Si uno mismo no puede, es conveniente pedir ayuda o utilizar un espejo.
- En caso de encontrar cualquier aspecto sospechoso de la piel (enrojecida, pequeña lesión…) rápidamente acudir al Podólogo. No debemos sentir vergüenza pensando que es poca cosa. Siempre es preferible que nos digan que no tiene importancia, a que, por haber esperado, no llegamos a tiempo.
- Mantener contacto directo con su Podólogo acudiendo a revisiones periódicas, así como seguir también sus indicaciones.